Gélida mañana la del domingo, con un viento atroz que tiraba de mi con gran fuerza y tesón, aunque dentro del coche y con la calefacción encendida hacía que me sintiera reconfortado ante aquellas vistas que parecían más propias del western americano, con las capitanas volando y adentrandose en la carretera como convulsas invasoras.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario