miércoles, 12 de enero de 2011

Aves Necrófagas I

A la vista del nuevo año, iré publicando una serie de entradas dedicas a este nutrido grupo de aves tan importantes para los ecosistemas como desconocidas para muchos.

Cuando hablamos de aves carroñeras o necrófagas, se suele hacer alusión a los buitres, esos maléficos seres capaces de matar a las reses con sus afiladas garras, incluso de acabar con la vida de seres humanos (según comentarios de las gentes del lugar). Pero nada más lejos de la realidad.

En la península ibérica coexisten cuatro especies de buitre: leonado, negro, alimoche y quebrantahuesos; y un gran número de aves que en alguna ocasión también incluye la carroña en su dieta (milano negro y real, córvidos, águila real). Todas ellas pertenecen a la orden de los falconiformes.


Estas aves ejercen la importante función ecológica de localización y eliminación de animales muertos en los montes, evitando la propagación de enfermedades entre la fauna silvestre, por lo que se sitúan en la cúspidede la pirámide trófica del ecosistema.

Los buitres poseen picos fuertes capaces de desgarrar la piel, aprovechando grandes trozos, vísceras, tendones y piel. Los alimoches, de menor tamaño no se atreven a entrar en las peleas que surgen entorno a la carroña, así que aprovechan pequeños trozos de carne dispersos por el suelo que pasan desapercibidos a los grandes buitres.

El quebrantahuesos es capaz de tragarse los huesos y digerirlos gracias a los potentes jugos gástricos de su estómago. Las aves carroñeras no sólo pueden ingerir un alimento en descomposición sin que les afecten toxinas y agentes infecciosos, sino que además pueden destruir esos agentes.